martes, 17 de mayo de 2011

LA HERBOLERA

Antiguamente los médicos no eran tan abundantes como ahora ya que estudiar en una universidad era muy complicado debido al capital que costaba. Por ello, la medicina tradicional, basada en los remedios caseros a partir de plantas y ungüentos, pasaba de generación en generación. Pero junto con la cristianización vino el considerar herejía o brujería los actos paganos y tradicionales y por ello las mujeres que se dedicaban a la medicina tradicional, las herboleras, fueron condenadas. Este libro narra la vida de una de estas herboleras,concretamente una con el maravilloso don de la sanación, y por ello tiene ese título.
Las narraciones sobre el medievo europeo y concretamente sobre la cultura y tradiciones del País Vasco están más que presentes en la obra de Toti Martínez de Lezea (1949), la escritora, guionista, traductora y actriz vitoriana, autora de este libro. En su obra se encuentran libros como La calle de la judería, La abadesa, Las torres de Sancho, El jardín de la oca etc. y actualmente es colaboradora en el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, en la televisión y en la radio.

La Herbolera, casi 500 páginas de narrativa histórica, publicado en Donostia en el año 2000 por la editorial Ttarttalo, pero fue editada nuevamente por Maeva seis años más tarde. El libro está compuesto por un mapa de la zona en la que se desarrolla la historia, alrededor de 50 capítulos (no están numerados), apéndice (en el que da más información sobre la brujería en Euskadi), cronología y bibliografía.

La novela trata sobre la persecución de la brujería por parte de la iglesia en la Edad Media y la repercusión que eso tuvo en muchas mujeres del País Vasco, entre ellas las curanderas.
Narra la vida de Catalina de Goiena, una joven vasca que nace con el don de adivinar si una persona morirá o podrá salvarse. Es un don que han tenido otras mujeres de su familia, pero desde su bisabuela Catalina es la primera en tenerlo de nuevo. Su madre y su abuela no lo tienen, y entre ellas dos hay pensamientos opuestos sobre lo que quieren para Catalina; la madre, Graciana, conociendo la vida que tuvo su abuela y lo peligroso que resultaría, no quiere que Catalina aprenda a dar provecho a su don, pero la abuela, Domeja, que tiene una personalidad más fuerte e ideas claras, opina justo lo contrario.
Domeja, que es la que lleva la voz cantante, tras enseñarle todo lo que sabe, decide que Catalina debe continuar su aprendizaje y la manda a la villa, Tabira, para aprender de un viejo médico, llamado don Diego de Olea.De manera paralela, se describe la llegada del inquisidor Hernando Sánchez de Guinea a Tabira, con el propósito de terminar con la herejía del valle. Éste, trabaja junto con el párroco Tomas de Arandia y el escribano Bartolome de Unda, que tiene un gusto perverso por todo lo oscuro.
Las dos historias comienzan a juntarse cuando Catalina acompaña a su abuela a una reunión secreta en la cueva Jentilkoba, en la que la gente bebe, baila y recuerda las viejas costumbres vascas. En ella, conoce al ayudante de Unda, un joven ambicioso y escéptico llamado Juan, y se quedan prendados el uno del otro.

El personaje principal y núcleo de la historia es Catalina. La más joven de las mujeres de Goiena es igual que su bisabuela, pero como ésta ya está muerta cuando empieza el libro, no he podido evitar ver a Catalina como una mezcla de su madre y su abuela: es bondadosa y tranquila como su madre, pero a su vez es fuerte y no le importa correr ciertos peligros cuando le piden ayuda.
La historia sucede a principios del siglo XVI y desde las faldas del monte Amboto hasta Durango, por ello, Mari de Amboto es el núcleo de las creencias de Catalina.
Como he dicho anteriormente, el libro cuenta dos historias paralelas que terminan uniéndose y ambas son descritas por un narrador omnisciente y de manera cronológica, a excepción de un par de flashback por parte del inquisidor y Unda.

Diría que el retroceso en la memoria de Guinea es la parte en la que más me perdí, ya que introduce muchos personajes en un mismo capítulo y me resultó complicado no perder el hilo. Pero por lo demás el libro me ha parecido fácil de seguir y de esos que consiguen que te metas de lleno en la historia y a medida que lees te van enganchando más y más.

Por otro lado, me ha servido para descubrir que las mujeres acusadas de brujería eran personas normales y corrientes que no hacían mal a nadie y me he horrorizado ante los métodos de tortura y las mentes retorcidas de algunos de los acusadores. La autora muestra el miedo y el desprecio por lo diferente, en este caso las creencias vascas.

Por último, he encontrado la novela muy bien escrita, capaz de trasladarte a cinco siglos atrás. Amena y didáctica, de manera que te acabas quedando con algún conocimiento sobre la época que trata, sin aburrirte en la lectura.