lunes, 25 de abril de 2011

ZALACAIN EL AVENTURERO


PIO BAROJA

Pio Baroja y Nessi nació en Donosti, el 28 de Diciembre de 1.872. A los siete años se trasladó con su familia a Madrid, luego a Pamplona y de nuevo a Madrid. Su padre era Ingeniero de Minas del Estado, lo que conllevó constantes cambios de domicilio.

Hizo la carrera de Medicina y ejerció en Zestoa, Gipuzkoa, de 1.894 a 1.895.

Compró el caserío Itzea, en Vera de Bidasoa, y se convirtió en la casa familiar.

En 1.935 ingresó en la Real Academia.

Durante la Guerra Civil permaneció exiliado en París

Junto con Miguel de Unamuno, Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Vicente Blasco Ibáñez, Gabriel y Galán, Azorín, Manuel y Antonio Machado y otros formó parte de la denominada "Generación del 98".

Falleció en Madrid en 1.955.

Su obra, extensísima, fue agrupada por él mismo en nueve trilogías y una tetralogía:

1. Tierra vasca. La casa de Aitzgorri (1900) El mayorazgo de Labraz (1903) Zalacaín el aventurero (1909)

2. La lucha por la vida. La busca (1904) Mala hierba (1904) Aurora roja (1904)

3. La raza. El árbol de la ciencia (1911) La dama errante (1908) La ciudad y la niebla (1909)

4. El pasado. La feria de los discretos (1905) Los últimos románticos (1906) Las tragedias grotescas (1907)

5. La vida fantástica. Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901) Camino de perfección (1901) Paradox rey (1906)

6. Las ciudades. César o nada (1910) El mundo es ansí (1912) La sensualidad pervertida: ensayos amorosos de un hombre ingenuo en una época de decadencia (1920)

7. El mar. Las inquietudes de Shanti Andía (1911) El laberinto de las sirenas (1923) Los pilotos de altura (1931) La estrella del capitán Chimista (1930)

8. Los amores tardíos. El gran torbellino del mundo (1926) Las veleidades de la fortuna (1927) Los amores tardíos (1942)

9. La selva oscura. La familia de Errotacho (1932) El cabo de las tormentas (1932) Los visionarios (1932)

10. La juventud perdida. Las noches del Buen Retiro (1934) Locuras de carnaval (1937) El cura de Monleón (1936)

A las últimas novelas se les suele denominar "Novelas sueltas" porque no forman trilogía: Susana y los cazadores de moscas (1938), Laura o la soledad sin remedio (1939), El caballero de Erlaiz (1943).

"El puente de las ánimas" y "El cantor vagabundo" formarían con otra la trilogía "Saturnales". "El hotel del cisne" sería la primera de otra trilogía inacabada: "Días aciagos".

Quiso escribir una trilogía sobre la Guerra Civil, pero fue censurada por el franquismo. Recientemente se ha publicado "Miserias de la guerra" y se prepara la edición de "A la desbandada".

Entre 1913 y 1935 publicó los 22 volúmenes de "Memorias de un hombre de acción".

También publicó cuentos, libros de memorias, biografías, ensayos, artículos periodísticos y obras dramáticas.

Pío Baroja era inconformista y cínico además de ateo. Escéptico y falto de fé en el ser humano, sus personajes suelen ser seres inadaptados sin energía suficiente, que acaban frustrados, vencidos y destruidos.

Su forma de escribir ha sido tachada en ocasiones de descuidada, debido a su tendencia antirretórica. Afirmaba que la novela es un cajón de sastre en el que todo cabe, que no precisa de planteamientos previos sino de naturalidad y espontaneidad.

Zalacaín el aventurero, novela escrita por Pio Baroja, fue publicada por Espasa en 2.004, en Madrid, dentro de la "Colección Austral", esta edición cuenta con una introducción de Ricardo Senabre, una bibliografía, la obra propiamente dicha y un apéndice de Óscar Barrero Pérez.

La novela está dividida en un Prólogo y tres Libros y consta de 207 páginas.

El Prólogo trata sobre como era la villa de Urbía en el último tercio del siglo XIX: "Una muralla de piedra, negruzca y alta, rodea a Urbía... Desde el camino real, Urbía aparece como una agrupación de casas decrépitas, leprosas, inclinadas, con balcones corridos de madera.."

En el Libro Primero: La infancia de Zalacaín, nos habla del lugar de nacimiento de Zalacaín: “En este caserío nació y pasó los primeros años de su infancia... soñó sus primeras aventuras y rompió los primeros pantalones... vivían a pocos pasos de Urbía; pero ni Martín ni su familia eran ciudadanos: faltaban a su casa unos metros para formar parte de la villa.”, y nos da ya una pista sobre el futuro del protagonista, el lema de la casa: “Post funere virtus vivit.” (después de la muerte pervive la fama).

En un solo párrafo describe a los padres de Martín e introduce a su hermana, Ignacia.

Ya de chiquillo destaca Martín como líder y futuro héroe: “Martín era de los más encarnizados en el combate, capitaneaba las hordas bárbaras, las dirigía y hasta las dominaba. Tenía entre los demás chicos el ascendiente de su audacia y de su temeridad.”

En la tercera página de la novela aparece su eterna enemistad con Carlos Ohando, “el hijo de la familia rica que dejaba por limosna el caserío a la madre de Martín.”

Poco después nos presenta al “viejo Tellagorri”, tio-abuelo de Martín, “hombre flaco, de nariz enorme y ganchuda, pelo gris, ojos grises, y la pipa de barro siempre en la boca”, “Era, en el fondo, un hombre de rapiña, alegre y jovial, buen bebedor, buen amigo, y en el interior de su alma bastante violento...”

A la muerte de la madre de Martín e Ignacia, les acoge en su casa. En esa época consigue Zalacaín su primer empleo, como recadista y posteriormente cochero, y su primera hazaña: “Zalacaín fue a Francia y volvió a pie, … con un vecino de Larrau. Pasaron los dos por el bosque de Iraty y les acometieron unos cuantos jabalíes. Ninguno de los hombres llevaba armas, pero a garrotazos mataron tres... Cuando Martín volvió triunfante... con sus dos jabalíes, el pueblo entero lo consideró como un héroe.”

Tellagorri muere de pleuresía y Catalina de Ohando, hermana de Carlos, “habló a su madre para que recogiera a la Ignacia, la hermana de Martín”. Carlos Ohando comienza a galantear a la Ignacia, y Martín, que sospecha que su enemigo quiere engañarles y deshonrarles, acuerda el matrimonio de su hermana con Bautista Urbide.

“Carlos Ohando enfermó de cólera y de rabia” y, al descubrir que Zalacaín pretendía a su hermana Catalina, le prepara una emboscada y le dispara, hiriéndole en un brazo, con una escopeta.

En el Libro Segundo: Andanzas y correrías, Zalacaín se inicia en el contrabando en medio de las guerras carlistas, “El carlismo se extendía y marchaba de triunfo en triunfo. En Cataluña y en el país vasconavarro iba haciendo progresos.”

En Vera se ve obligado, junto con su cuñado Bautista, a unirse a la partide del Cura: “O formar parte de la partida o quedar prisionero y recibir, además, de propina una tanda de palos.” Tras algunas peripecias escapan de la partida, salvando a Rosita Briones y a un periodista extranjero secuestrados por los hombres del Cura.

En San Juan de Luz le proponen “hacer un recorrido por entre las filas carlistas y conseguir que varios generales y, además, el mismo don Carlos, firmen unas letras”. Acompañado de Bautista, consigue cumplir el encargo, pero en Estella es encarcelado. Logra fugarse y con engaños saca a Catalina del convento de Recoletos, llevándosela, con la madre superiora y el demandadero del convento, hacia Logroño. Allí se queda unos días con Linda, una antigua conocida, y pierde el contacto con Catalina. Al buscarla, pasa por Laguardia, que está siendo asediada, y, por una discusión con un militar, para demostrar que “lo que usted o cualquiera de estos señores haga, lo hago yo por debajo de la pierna”, se introduce con Bautista en Laguardia, burlando la vigilancia, y colocan un pañuelo a modo de bandera.

En el Libro Tercero: Las últimas aventuras, se resume en página y media la reconciliación y la boda de Catalina y Martín, así como la fiesta y la luna de miel. A mitad de la segunda página ya: “Martín volvió a las andadas. No paraba... Martín y Bautista dejaban solas a las dos mujeres...”

Acude Zalacaín a Urbía a ver la casa donde nació y encuentra en esta al periodista extranjero.

Con el fin de tener noticias del hermano de Catalina, Martín y Bautista con sus mujeres se alojan en Añoa. En Elizondo, un general, superior de Briones, el hermano de Rosita, le nombra guía para subir a Peñaplata, ofreciéndole la alcaldía de Urbía.

Siguen Martín y Catalina la búsqueda por Saint-Jean Pied de Port y Valcarlos, donde acaban encontrando a Carlos Ohando, al “Cacho” y sus hombres.

En pocas líneas más finaliza la obra.

Los personajes de “Zalacaín el aventurero” están muy someramente definidos, dándonos tan solo unos cuantos rasgos.

Martín es un héroe clásico, “Zalacaín era afortunado, todo lo que intentaba lo llevaba bien. Negocios, contrabando, amores, juego...”, “De conocer Martín La Odisea, es posible que hubiera tenido la pretensión de comparar a Linda con la hechicera Circe, y a sí mismo con Ulises”, sin gran trasfondo psicológico, un hombre de acción. Se mueve por la aventura en sí misma.

Carlos Ohando es su enemigo, “un muchacho cerril, oscuro, tímido y de pasiones violentas”, la antítesis del héroe, al cual odia desde la infancia: “A Martín Zalacaín le había odiado desde pequeño, cuando Martín le calentó las costillas al salir de la escuela”.

Catalina, primero novia y luego esposa, “era pizpireta, sonriente, alegre y muy bonita”.

Su tio-abuelo, “el viejo Tellagorri”, quizá el personaje más detallado, fue su mentor un tiempo. Un vividor simpático e independiente “aficionado a robar, aficionado a beber, aficionado a las muchachas”.

Bautista Urbide, un antiguo panadero, es su amigo, cómplice y cuñado.

“El Cacho” es un rival que actúa a la sombra de Carlos Ohando, es exaltado y violento: “aquel hombre pequeño, violento y colérico”.

Capistun “el Americano” es su socio, “hombre inteligentísimo, ya de edad...”

El Cura es el cura Santa Cruz, un famoso guerrillero.

La novela es una serie de hechos o “andanzas”, puestos unos detrás de otros, sin demasiada conexión. El lenguaje es sencillo y el libro resulta fácil de leer.

No me ha impresionado mucho, pero lo he leído con bastante interés, a pesar de resultarme poco conocida la época en que se desarrolla.