domingo, 23 de enero de 2011

Quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo, una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás”.

Profesora de Filosofía y escritora francesa, Muriel Barbery nació en Casablanca el 28 de Mayo de 1969. Barbery ha impartido clases de Filosofía en la Universidad de Borgoña y escribió su primera novela en 2000, Una golosina, que fue traducida a doce lenguas.

Consiguió lanzar su carrera literaria en 2006 con su segundo libro, Le elegancia del erizo, que se convirtió en un auténtico best-seller en Francia, con más de 50 ediciones y 250.000 libros vendidos. Ha sido traducido a varios idiomas y hasta se ha realizado una adaptación al cine, El erizo.

Su ternura y originalidad le han valido el Premio de Los Libreros, el reconocimiento de la crítica y el cariño del público.

La elegancia del erizo fue publicado por primera vez en 2006 por la editorial Gallimard pero la edición que yo leí fue imprimida por la editorial Seix Barral en el 2007 en Barcelona. El libro está compuesto por 367 páginas (incluyendo índice), divididas primero en cinco partes y dentro de éstas en capítulos. Éstos, dependiendo del narrador, pueden ser clasificados en dos grupos: los pensamientos de Renée y los de Paloma, que a su vez son, o una idea profunda (ideas relacionadas con el espíritu) o diario del movimiento del mundo (el arte referido a los cuerpos). En cada idea profunda, al comienzo añade un poema japonés llamado hakim en el que resume la deducción a la que ha llegado (observando el comportamiento de los que le rodean) en unas pocas líneas.

De esta manera, el libro, de género narrativo y filosófico al mismo tiempo, está compuesto por las reflexiones de estas dos mujeres, que ante todo tratan de encontrar el arte en las cosas aparentemente insignificantes de la vida. Por ello, con una gran inteligencia, sutileza y sentido de la ironía, analizan filosóficamente cada pequeño suceso de sus vidas y viven en esta monotonía hasta que llega un personaje que cambia el curso de éstas. La historia se desarrolla en el París de hoy, cronológica y linealmente.

Renée es la portera del edificio de apartamentos de lujo en el que vive Paloma, junto con otros miembros de familias adineradas. Pero en lo que aparentemente parece un simple edificio de la clase alta, se ocultan estas dos mujeres que para nada cumplen los cánones destinados a su persona; sabias y pensadoras, una cerca de los cincuenta y la otra de los trece, tratan de ocultar lo que les hace tan especiales para no destacar. De esto precisamente trata el libro, de que las apariencias engañan. Al igual que los erizos, que por fuera están cubiertos de púas pero por dentro son animales elegantes y para nada vagos.

Como se puede suponer, los dos personajes principales son Renèe y Paloma. La primera, aparentemente la típica portera con sus “culebrones” a todo volumen y su gato, es una mujer procedente de una familia pobre de campo, que de manera autodidacta ha adquirido conocimientos elevados en muchos ámbitos del saber. Por otro lado, viuda de su marido, lleva una vida solitaria en la que su única amiga es una elegante mujer llamada Manuela y se resigna a mofarse de todo bajito, en su fuero interno.

Paloma, por otro lado, es una niña a la que le gusta abstraerse para pensar y escribir su diario. Como he dicho antes, las partes que ella narra están divididas en dos grupos: ideas profundas y diarios de movimiento. Paloma comienza a redactar las primeras porque desea hacer algo provechoso antes del momento de su muerte (ya que planea suicidarse el día de su cumpleaños) y las segundas porque en el fondo anhela encontrar un sentido por el cual vivir. Su familia está formada por su padre, que es diputado; su madre, que cría a sus hijas “tratando sus necesidades nutricionales básicas” (como describe Paloma) y su hermana, estudiante de filosofía que como no tiene un mundo interior envidiable, sino caótico y erróneo, a veces es tan falsa que parece no sentir nada. La niña critica a la hipocresía de los que se creen intelectuales pero en el fondo sólo siguen los estereotipos destinados a ser sus vidas, cayendo en la pecera (como la llama Paloma), es decir, el punto en el que las vidas carecen de sentido y la única función de la vida es ocupar espacio. Por eso mismo desea suicidarse, porque no desea caer en ese estado.


Por último, he de decir que la elegancia del erizo ha sido probablemente uno de los libros más complicados que he leído, pero no por ello me ha gustado menos. Resulta curioso cómo en ciertos fragmentos (sobre todo en las reflexiones hacia la filosofía de Renée) me perdía completamente, pero la sensación que me ha quedado del total no es desagradable en absoluto. Por otro lado, creo necesario comentar que este libro me ha aportado algo que pocos consiguen, ya que es difícil que un libro cambie tu manera de ver las cosas. A pesar de no haber sido un punto de inflexión en el que mi ideología hacia la vida haya cambiado completamente, me ha aportado una nueva visión que antes no tenía y me ha enseñado a valorar más las cosas cercanas y simples, y a buscar el arte en ellas.

En definitiva, he decidido que tengo que leer este libro con unos años más para ver si en el fondo, me he enterado de algo.


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