miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA SONRISA ETRUSCA

La Sonrisa Etrusca fue escrita por José Luis Sampedro (Barcelona, 1 de febrero de 1917). El 22 de julio de 2010 recibió el XXIV Premio Internacional Menéndez Pelayo por sus “múltiples aportaciones al pensamiento humano” desde sus facetas de economista, escritor y profesor. El Consejo de Ministros de 12 de noviembre de 2010 le otorgó la Orden de las Artes y las Letras de España "por su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo".
En paralelo a su actividad profesional como economista, publicó diversas novelas y tras su jubilación continuó dedicado a escribir, consiguiendo grandes éxitos con obras como “Octubre, octubre”, la referida "La sonrisa etrusca", o la “La vieja sirena”; unas de sus obras más destacadas.
Esta novela realista fue publicada por primera vez en 1985 por la editorial Alfaguara en Madrid, constaba de 347 páginas.
El tema principal de esta novela es el amor, pero un amor que huye de las típicas novelas románticas, es un amor realista. El protagonista de la historia, un viejo campesino calabrés llamado Salvatore Roncote (o Bruno, como le llamaban los partisanos y como el prefiere que le llamen) padece cáncer. La novela comienza cuando, por culpa de su enfermedad, Bruno se va a vivir a Milán con su hijo y la mujer de este. Allí conocerá a su nieto, Brunettino, por el cual el abuelo sentirá un amor incondicional y a quien enseñara todo lo que sabe, pero a la vez el propio Bruno aprenderá lecciones importantes sobre la vida. También vivirá un nuevo amor hacia una mujer, un amor totalmente distinto a lo que anteriormente había sentido y cultivará una forma diferente de ver y querer a una mujer. Todo esto luchando contra su enfermedad con una fuerza que le caracteriza.
La novela transcurre casi en su totalidad en Milán aunque Bruno, mediante monólogos interiores o conversaciones que mantiene con su nieto, retrocede en el tiempo a su pueblo, Roccasera, y a las montañas. La historia es lenta ya que esta llena de reflexiones y monólogos. El narrador es omnisciente pero, como acabamos de mencionar, Bruno mantiene muchas conversaciones con su nieto, que no puede contestarle, y consigo mismo, y esto hace que en partes del libro él se convierta en narrador.
Es una historia enternecedora y que emociona pero sin llegar a ser empalagosa. Es interesante el pasado del viejo partisano y muy humorística pero a la vez admirable su manera de afrontar la poca vida que le queda. Es un poco lenta pero acaba enganchando y haciéndonos reflexionar sobre la vida. Una novela que yo, personalmente, recomiendo leer.